sábado, 27 de agosto de 2011

USAR LA CABEZA


La Isla de Pascua se encontraba cubierta por unos 16 millones de una especie de palmera, árbol útil como leña y para la construcción de hogares, canoas y cuerdas. Mediante el uso de sus pequeñas canoas, la población de Isla de Pascua vivió en base a una dieta de delfines.

Fue esta sociedad de Isla de Pascua quien construyó las famosas estatuas y las posicionó alrededor de la isla utilizando plataformas de madera y cuerdas provenientes del bosque. Cada estatua pesa más de 80 toneladas y datan de los años 1200 y 1500 D. C., probablemente cuando la civilización se encontraba en su mejor momento. Sin embargo, los análisis de polen revelan que en este período la población arbórea de la isla declinaba rápidamente debido a una deforestación masiva. Alrededor del año 1400, la Palmera de Isla de Pascua se extinguió completamente por causa de su sobre explotación. En los años siguientes a desaparición de la palma, pilas ancestrales de basura revelaron que los huesos de delfines disminuyeron rápidamente. Los isleños, carentes de madera para construir sus embarcaciones, no pudieron volver a cazar el mamífero en el océano. Consecuentemente, el consumo de aves terrestres, aves migratorias y moluscos aumentó. Pronto los pájaros terrestres se extinguieron y el número de aves migratorias se redujo drásticamente, representando el fin de los bosques de la isla. Ya bajo una presión antrópica intensa por la obtención de leña y materiales de construcción, los bosques perdieron sus polinizadores animales y disipadores de semillas representados por las aves.

Con la pérdida de sus bosques, la calidad de vida de los isleños decreció. Los esteros y reservas de agua potable se secaron. La productividad de los cultivos disminuyó debido a que el viento, la lluvia y la radiación solar erosionaron el suelo superficial. El fuego se transformó en un lujo, debido a la ausencia de madera en la isla. La confección de cuerdas para mover las estatuas culminó, por lo que las estructuras fueron abandonadas. La población comenzó a sentir hambre por no tener acceso a carne de delfín y tras haber barrido las aves que habitaban la isla. Mientras la vida empeoraba, el orden social desapareció, prevaliendo el caos y la desorganización. Los sobrevivientes formaron bandas y las amargas peleas comenzaron. A la llegada de los europeos en 1722, casi no quedaban signos de la gran civilización que alguna vez gobernó la isla, a excepción de las grandes estatuas de piedra. Sólo existía un paisaje estéril sin árboles y un pequeño número de habitantes, cerca de 2.000, que vivía en un estado de desorden civil y se caracterizaban por sus cuerpos esqueléticos y mal nutridos.

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